Será necesario ir adaptando el sistema sanitario a esta situación, ante la que las enfermeras/os llevarán el peso del cuidado de estas personas.
Según datos del CSIC, a 1 de enero de 2017, 8.764.204 personas eran mayores de 65 años, un 18,8% de la población española, y el 6,1% eran octogenarios (2.800.900). El INE indica que en 2066 los mayores de 65 años serán el 34,6% de la población, superando los 14 millones. El aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad nos avocan a un envejecimiento preocupante con repercusiones en múltiples campos, del que no se escapa la Sanidad.
Estos millones de personas mayores padecerán enfermedades crónicas, incurables, y muchas de ellas tendrán un grado importante de dependencia. Deberán ser controladas y cuidadas en sus casas o en residencias de su entorno. Habrá que establecer planes de cuidados específicos, porque ya no se trata de si uno se cae y se fractura una cadera, operarle. Se trata de evitar la caída. De poner los medios para que no se produzca o no se vuelva a repetir.
La Atención Primaria tendrá que ser fuerte por necesaria, con equipos de salud que trabajen cada vez más en los domicilios y en la comunidad implantando programas de prevención y planes de cuidados individualizados. Tiene que ser importante el incremento de profesionales de Enfermería para dispensar los cuidados en las casas y enseñar a las personas a autocuidarse siempre que puedan.
En Canterbury (Nueva Zelanda), que realizó un esfuerzo por cambiar a un modelo sanitario con una Atención Primaria fuerte, consiguieron DISMINUIR la demanda de servicios hospitalarios, la tasa de ingresos hospitalarios, la tasa de reingresos, el tiempo de estancia hospitalaria, el número de pruebas de imagen y el gasto en Urgencias.
La atención sociosanitaria no puede estar aislada, debe dar una continuidad asistencial y cuidados de calidad que favorezcan la independencia, dignidad y bienestar de la persona dependiente y, en su caso, del cuidador o cuidadores, como indica el Observatorio de Personas Mayores.
El reto está servido. Solo falta saber si estamos preparados para afrontarlo. Los recursos y los presupuestos sanitarios son limitados, y en situaciones de crisis económica, con una población envejecida que consume una gran cantidad de esos recursos, la innovación y un cambio de modelo sanitario es necesario. El cambio debe apuntar a la Atención Primaria para fortalecerla. El domicilio será el lugar donde se cuide; la comunidad, donde se eduque y se enseñe a prevenir y a autocuidarse.
Todos los profesionales de la salud tendremos que cambiar, pero sobre todo Enfermería, una profesión desaprovechada con seis años de formación que debe asumir nuevas competencias y adaptarse a las nuevas situaciones que la sociedad genera.
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