Parafraseando a Clinton, sí, con aquel “es la economía…”. Es la educación y es la formación. Me inclino por educación como idea fuerza por encontrarla más directa. El sistema sanitario es complejo, evidente. El sistema sanitario público presenta muchos problemas y muchas aristas mejorables, otra obviedad, claro.
Pero a la hora de dar respuestas a problemas organizativos complejos, a dilemas con fondo ético en muchas ocasiones, a conflictos donde subyacen intereses contrapuestos, nos encontramos muchas veces con soluciones simples o muy lineales.
Como se ha dicho, los problemas complejos tienen soluciones simples… que son equivocadas.
Estoy profundamente convencido que el valor sustancial del sistema público de salud son las personas que lo componen, sus profesionales. Más allá de eslóganes o posturas convencionales en lo políticamente correcto. Pero esto tiene sus luces y sus sombras.
Precisamente por ello, son los valores, la educación y la formación de estos profesionales los que pueden marcar el rumbo del sistema de salud. Por muchas decisiones macro que se adopten en el nivel superior de responsabilidad, si estas no están interiorizadas y no son aceptadas de forma convencida por la mayoría de los profesionales, no tendrán efecto práctico. No serán efectivas.
Es paradójico, por ejemplo, que en todo el proceso formativo de médicos y enfermeras no se aborden aspectos como la forma de organización del sistema de salud, donde trabajará la mayoría. O que tampoco se plantee, aunque sea básicamente, que la actividad sanitaria implica gestionar recursos, y hacerlo prudentemente.
O, más importante aún, que no se traten aspectos humanos, éticos y de conducta con las personas, una, diríamos, filosofía sanitaria. En una actividad donde el trato con la persona es esencial y, además, en momentos de gran fragilidad, parecería sensato formar a los futuros profesionales en estos valores: derechos, comunicación, responsabilidad de las decisiones, autonomía del paciente…
Y todo ello abundando en lo que debe ser la profesión médica, que a veces cura, pero muchas veces debe cuidar, consolar, acompañar y ayudar en todo lo posible al enfermo cuando no hay tal curación.
De desarrollarse estos valores desde la educación inicial, el sistema sanitario público sería más fuertemente defendido desde dentro. Los valores pueden cimentar más que las normas.
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