La disfagia o dificultad para tragar afecta aproximadamente al 40% de los mayores de 65 años y a más del 60% si el paciente está institucionalizado. Es vital conocer los síntomas de la disfagia para poder anticiparse y prevenir sus consecuencias, entre las que se encuentra la desnutrición y la deshidratación.
Por ello, dentro de la 23ª edición de las Jornadas de Atención Primaria de la Sociedad Castellano-Manchega de Médicos Generales y de Familia (SEMG CLM) -celebradas en Almagro los días 16 y 17 de noviembre- se ha puesto el foco en la Dietoterapia en paciente frágil con disfagiade la mano de la geriatra Belén Cámara Marín y la enfermera Victoria Atanasova Kaleva.
Y es que, de acuerdo a las previsiones demográficas, la población mayor española representará, a partir del 2052, el 37% de la población total. Así mismo, de la población mayor de 65 años, entre el 20% y el 30% evolucionan con el avance de la edad hacia la fragilidad.
Tal y como se puso de manifiesto en las Jornadas de SEMG Castilla-La Mancha, la disfagia tiene una gran prevalencia entre la población anciana y puede tener consecuencias graves sobre el estado de salud de la persona que la sufre. En concreto puede causar deshidrataciones, infecciones y neumonías, pérdida involuntaria de peso y malnutriciones. “Muy importante es la dieta equilibrada y complementar la dieta con suplementos alimenticios para evitar que la salud de los ancianos se debilite”, señala Victoria Atanasova.
La geriatra Belén Cámara Marín enumeró en las Jornadas algunos de los signos de alerta a tener en cuenta ante la disfagia. Entre ellos se encuentran las alteraciones del nivel de consciencia y de la articulación del lenguaje; atragantamientos o episodios de tos durante la ingesta; aumento del tiempo empleado para la ingesta; pérdida de peso inexplicable; dificultad o lentitud en la masticación; así como dolor o sensación de obstrucción durante la deglución.
Cómo actuar en las comidas
La doctora Cámara también indicó a los médicos de familia asistentes al encuentro cómo actuar durante las comidas con los pacientes que tienen disfagia. Por ejemplo, se debe evitar hablar durante la comida y las prisas, lo cual disminuye el riesgo de atragantamiento y aspiraciones; se debe limitar la cantidad de comida (es mejor comer frecuentemente y en pequeñas cantidades) y evitar la mezcla de alimentos con diferentes texturas.
La especialista en Geriatría afirmó que se debe tener un “cuidado extremo” en personas somnolientas y nunca alimentar por boca en cama.
El paciente con disfagia siempre debe alimentarse sentado en el sillón con una postura adecuada, con el tronco hacia delante, ayudándose de almohadas o cojines en el respaldo y los pies bien apoyados en el suelo, con el cuello flexionado hacia delante y que su barbilla toque casi el pecho (en especial cuando ingiere).
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