Se tiene por una persona tranquila y, a juzgar por el aplomo con el que contesta a todas las preguntas, sin apariencia de fastidio, el adjetivo resulta del todo acertado. Asegura que no le han cansado ni perturbado en exceso las no pocas tempestades con las que ha tenido que lidiar en los dos últimos años. Son gajes del oficio, parece sugerir.
A dos meses de cumplirse el primer año de su segunda legislatura al frente de la Consejería de Sanidad, Antonio María Sáez Aguado habla en una amplísima entrevista de compromisos pendientes, polémicas casi enquistadas, preocupaciones ciudadanas y profesionales, proyectos estancados e iniciativas en marcha. No esquiva ninguna cuestión. Otra cosa es saber en qué medida convencen sus respuestas. A criterio del lector queda.
Suponiendo que es verdad que estamos saliendo de la crisis, ¿cree que la Sanidad de Castilla y León ha salido bien parada?
Está bien el matiz de “suponiendo que estamos saliendo de la crisis”… Hasta ahora, yo creo que sí. Teníamos un propósito, que era mantener lo fundamental de la Sanidad, y eso se ha conseguido. No ha habido reducción de prestaciones ni de centros, se mantienen los servicios e, incluso se han ampliado algunas prestaciones, especialmente en el ámbito hospitalario. Yo creo que lo fundamental de la Sanidad se ha podido sostener bien. Apenas ha habido reducción de recursos humanos y aunque desde el punto de vista presupuestario sí que ha habido una cierta reducción, ceo que la clave está en que no se ha trasladado a recortes, tal y como a veces se plantean: cierre de centros, supresión de servicios, etc.
Ha afirmado en varias ocasiones que quienes más han sufrido la crisis son los profesionales. Ahora que se habla de cierta recuperación, reclaman el restablecimiento de los derechos perdidos. ¿Para cuándo la jornada de 35 horas o las remuneraciones suprimidas?
Bueno, una parte ya se está recuperando. El compromiso que teníamos, es que a lo largo de la legislatura, condicionándolo un poco a la evolución de la situación económica y presupuestaria, se fueran recuperando aquellas condiciones laborales y retributivas. En alguna medida ya se ha hecho. Después de una reducción de sueldos que se hizo al principio de la crisis, con el Gobierno de Zapatero, con una bajada del 5%, y después de las congelaciones de los Gobiernos de Rajoy durante varios años, por primera vez se incrementan ligeramente las retribuciones de los profesionales. Se ha recuperado este mismo mes -o se hará el próximo- lo que faltaba de la paga extra; se han recuperado días de disposición adicional; la dinámica de oposiciones y concursos ya está avanzada, hemos podido hacer una Oferta Pública de Empleo (OPE) importante… Yo creo que eso, para el primer año, ya sitúa las cosas. Y respecto a las 35 horas, pues veremos, porque tampoco es una decisión y una competencia de la Comunidad Autónoma. La ampliación fue una decisión que tomó el Gobierno en su momento. Aquí ha habido un acuerdo con los sindicatos en el que hay una posición compartida de reclamar al próximo Gobierno la aplicación de la jornada de 35 horas.
¿Ya se ha dado algún paso en este sentido?
No, a este acuerdo se llegó en noviembre y se planteó que en aquel momento no tenía sentido reclamárselo a un Gobierno que estaba en funciones. Expresamente se decía que sería al Gobierno que se constituya después de las elecciones.
Va para largo, entonces…
Bueno, se reclamará, ese es el acuerdo, pero la decisión la tiene que tomar el Gobierno. Desde el punto de vista sanitario, lo único que tenemos que decir es que, en el supuesto de que se tome esa decisión, se tenga en cuenta el impacto que esa medida tendrá en la Sanidad.
¿Porque volver a la jornada de 35 horas supondrá tener que contratar a más personal?
Claro.
¿Castilla y León está en disposición de hacerlo?
Por eso tiene que haber un criterio de esas características. Es curioso, cuando el Gobierno decide devolver días de libre disposición que se habían suprimido no lo ha tenido en cuenta, y para nosotros eso ha tenido un impacto de alrededor de 18 millones de euros. Volver a las 35 horas tendrá un impacto superior. Por eso, a mí me parece bien, pero hay que tenerlo en cuenta, porque lo que no es bueno es que se tomen decisiones con impacto presupuestario y luego se nos riña porque no cumplimos el déficit. Y eso lo hace el mismo Gobierno.
Nos decía hace dos años, en otra entrevista, que si no había contenido pasional en su trabajo, se lo buscaba. Igual no le ha hecho falta, porque en este tiempo ha tenido que enfrentarse a varias tormentas: tres mareas blancas en Salamanca, diversos procesos judiciales, la suspensión de la OPE de Enfermería, la reestructuración de Atención Primaria, los constantes fallos del programa Medora… ¿Agotado?
Los fallos de Medora están agotados, sí.
Nos referíamos a usted…
No, no. Agotado no. Es que la Sanidad es así. Sobre todo cuando se pretende mejorarla. A veces hay posiciones conservadoras que, bajo la apariencia de banderas de izquierda y muy progresistas, en realidad lo que están planteando es que no hagamos nada. Y cuando uno no hace nada, en general no se plantean problemas de este tipo. Si, con un criterio conservador, de mantener las cosas, no hacemos la reestructuración de Primaria, no hubiera pasado nada, no hubiera habido gente que alarmara sobre los supuestos risegos. Yo creo que el resultado es evidente. La reestructuración de Primaria ha mejorado las cosas y no ha generado ninguna inconveniencia; al contrario, había situaciones que no eran buenas, médicos con muy poca carga asistencial y otros con una cierta sobrecarga, y eso se ha compensado. El resultado, después de las voces de todos los alarmistas, es que no ha ocurrido nada. Ha habido voces también interesadas al plantear los temas del llamado plan de jubilaciones, e incluso pronunciamientos judiciales que inicialmente fueron contrarios a nuestra norma y después ha sido confirmado por el Tribunal Supremo. Y todavía hay cuestiones que están en el debate, pendientes, como la ocurrida con la oposición de Enfermería, y ahí la situación también es la misma. La alternativa que teníamos era no convocar ninguna plaza o interpretar las cosas en favor de la estabilidad en el empleo y de esa convocatoria, como habían hecho otras comunidades, por cierto. Yo creo que a veces hay que apostar por cambiar las cosas. Citábais las mareas. Probablemente, ahí sí que hubo una tormenta perfecta, en la que confluyeron varias cosas. Pero esas mareas seguramente agruparon una percepción que después se ha puesto de manifiesto que no forma parte de la realidad totalmente. Se hablaba de defensa de la Sanidad pública, de privatización… Yo creo que eso está alejado por completo de la realidad y del debate político de Castilla y León, salvo que a alguien le interese ponerlo en el debate. Se hablaba de dimensionamiento de plantillas, y al final hubo un acuerdo con la Junta de Personal que se ha cumplido, y que yo creo que traslada al hospital de Salamanca a una situación razonablemente buena en términos de plantillas…
Hay quien dice que ese acuerdo no se ha cumplido en todos sus términos. Algunos de los que lo firmaron, incluso…
Bueno, falta algún fleco, efectivamente, pero, de alguna manera, lo que generaba la idea de las protestas era la reducción de plantillas. Lo que yo puedo decir es que hay bastantes más personas trabajando en el hospital que las que había antes. ¿Qué todavía no hemos consolidado la plantilla? De acuerdo, y ya se ha iniciadola tramitación para hacerlo, pero esas personas están trabajando. ¿Que tiene que haber 25 médicos más? Pues hay 25 médicos más. ¿Que tienen que estar consolidados en plantilla? Sí, y lo haremos.
El nuevo hospital de Salamanca es ahora mismo uno de los proyectos estrella de la Consejería y también uno de los que más preocupan a la población y al propio complejo asistencial. Denos algún argumento que convenza a los ciudadanos y a los profesionales de que la larga espera merecerá la pena.
Más que argumento, es la propia realidad del hospital. El de Salamanca es un hospital que está funcionando muy bien, con unos equipos humanos muy cualificados y, en general, muy comprometidos y que ahora va a dar un gran paso incorporando mejor tecnología, más actualizada y, desde la perspectiva de los pacientes, un nivel de confort y de comodidad que yo creo que no es un tópico, sino una realidad que sitúa al hospital de Salamanca como el de más empuje de los que tenemos en Castilla y León. Hasta ahora lo estaba haciendo, con deficiencias, en condiciones limitadas, con dificultades, con incomodidades… Y en el futuro, al ritmo que van las obras, lo hará en condiciones de mucha mayor dignidad, comodidad y mejor dotación desde el punto de vista del equipamiento.
Se insiste en que empezará a funcionar en 2019, pero ese mismo año está prevista la construcción del nuevo edificio de consultas. Sabemos que es difícil avanzar fechas concretas, pero a la UTE constructora se le habrá dado algún plazo límite para terminar el proyecto…
La última anualidad que contempla el contrato, y eso es lo que vale, es la de 2020, que incorpora, creo recordar, 20 millones de euros, de los cuales la mayor parte corresponde a la previsión que debe tener el contrato para la liquidación. Una pequeña parte, 8 millones de euros, si no recuerdo mal, es para la finalización del edificio de consultas externas. La previsión es que el nuevo hospital esté operativo en el año 2019. Naturalmente, quedará algún fleco; en el año 19 se estará terminando el edificio de consultas y el contrato prevé esos 8 millones y la posible liquidación en la anualidad de 2020. Pero es que en el 2021 seguro que hay algo nuevo que hacer, distinto de este proyecto, y también habrá alguna consignación. Y en el 22, y en el 23… Pero como proyecto de hospital nuevo, la idea es esa, que esté en funcionamiento en el año 19.
¿La puesta en marcha de las nuevas instalaciones se realizará entonces de manera progresiva?
No, y ese es uno de los retos que tiene el hospital, que tendrá que hacerse un traslado en bloque. Fundamentalmente, y entre otras razones, porque hay que demoler el actual edificio del Clínico. Entonces, no es razonable que se traslade el área médica y a los cinco meses la quirúrgica, porque, además, hay que ocupar el área técnica y, por lo tanto, la conexión de Urgencias, el bloque quirúrgico, la zona de Radiología, etc. con el resto del hospital no puede ir atrás en el tiempo.
¿Pero esos edificios sí empezarán a funcionar antes que el de consultas externas?
Claro, eso sí. Para el área técnica y de hospitalización se tendrá que hacer el traslado más o menos en bloque, demoler el actual Clínico y construir el de consultas, que será el último. Cuando hablamos de que el nuevo hospital estará operativo en el año 2019 nos referimos a eso; seguramente hasta finales del 19 o principios del 20 no estará ese nuevo edificio de consultas, pero sí el hospital.
¿Y cuándo está previsto demoler el actual Clínico?
Yo creo que a finales del 18 o principios del 19.
No falta demasiado para ese 2019 y trasladar todo el volumen de actividad hospitalaria que existe suena a tarea hercúlea, porque imaginamos que el hospital no cerrará por traslado… ¿Se ha previsto ya cómo será el proceso?
Desgraciadamente, desde el punto de vista operativo los hospitales son de tal complejidad que se dice que, junto a los aeropuertos y los portaviones, son los equipamientos y las organizaciones más difíciles de gestionar, porque funcionan 24 horas al día, porque no podemos parar para hacer inventario ni obras, porque hay una confluencia de pacientes que demandan, de profesionales… De manera que es complicado, efectivamente, y no podemos excluir que haya algunas incidencias que puedan alterar los ritmos, como ocurre habitualmente en un proyecto complejo, en el que se hace la obra, se incorpora el equipamiento y, además, hay que hacer un traslado. La experiencia nos dice que siempre surgen algunos desajustes.
¿Ese plan de traslados existe ya o se está trabajando en él?
Sí, se está cerrando el equipamiento, algo importante para evitar que luego haya discordancias. Nos ha ocurrido en algún otro hospital, como el de Burgos. Allí se hizo la construcción del centro, después se modificó y se amplió el equipamiento, y eso generó que en algún caso, al modificarlo, hubiera que adaptar la obra. Por eso ahora se está trabajando con más intensidad en el equipamiento, para adaptarlo bien.
Existe un tema importante y pendiente, que es la construcción del nuevo vial de acceso al hospital,. Al principio se previó como una de las actuaciones iniciales, pero se ha ido postergando y casi no se habla del asunto…
Hace unos días tuve una conversación con el alcalde de Salamanca, y yo creo que pronto habrá que tomar decisiones y coordinar actuaciones, porque hay que iniciar el proceso. Previsiblemente, esta actuación tendrá tendrá una duración de poco más de un año, para que el vial esté operativo en el momento de culminar las obras y de hacer el traslado y, por lo tanto, que la circulación no sea un problema.
¿Entonces empezaremos a ver movimientos este mismo año?
Sí, yo calculo que al finalizar el año pueden comenzar a moverse cosas. Y si no fuera al final, muy a principios del 17 debería estar comenzando el proceso para la construcción del vial.
Quedan tres años para ese horizonte de 2019 y no cesan las denuncias sobre el estado actual de las instalaciones del hospital de Salamanca, que muchos consideran “abandonadas”. ¿Aguantarán hasta entonces sin que se resienta la calidad asistencial y el crecimiento del hospital?
En estos dos últimos años se han hecho ya muchas cosas en términos de renovación tecnológica, de equipamiento, e incluso de pequeñas obras que han pretendido dar satisfacción a las prioridades principales. El hospital tiene un condicionante estructural; la superficie que tiene es la que es, y a veces ha habido discusiones sobre dónde ampliar algo el funcionamiento de algunos de los servicios. Me consta que ha habido algunos enfados entre unos y otros, o con la dirección del hospital. Pero claro, hay que tomar decisiones. Por un lado, se han realizado algunas obras de mejora en varias unidades y servicios y, por otro, ha habido renovación de equipamiento.
¿Suficiente?
En relación al equipamiento, el hospital participa de una situación que yo creo que tienen todos los hospitales públicos en España y todos los servicios de salud, y es la necesidad de un impulso a la renovación tecnológica. Tal vez se ha hecho con la alta tecnología, pero la tecnología media ha ido envejeciendo un poco, y esto se ha identificado en España como un problema global. Nosotros hemos trasladado propuestas al Ministerio, porque entendemos que hay que dar una solución global, sobre todo vinculada al incremento del IVA sanitario. En aquel momento, ese incremento tuvo un impacto importante. Nosotros advertimos de que si el incremento del IVA suponía 20 millones más de gasto en Castilla y León -y el equivalente a nivel nacional-, corríamos el riesgo de que eso se dedujera de las previsiones de inversión, porque no íbamos a achuchar más a los profesionales. Y por eso pedimos un Plan Renove que utilizara ese incremento del IVA para que hubiera retorno a través de un plan nacional de renovación de la tecnología sanitaria.
¿No les hicieron mucho caso?
No se consideró. Al Ministerio de Hacienda no le gustan mucho esas ideas de afectar impuestos y de que el aumento de la recaudación vaya a una finalidad concreta, pero es un problema importante a nivel nacional que tendremos que afrontar.
¿Cómo se lleva eso de ser un poco contestatario con los jefes?
No, si yo con el presidente Herrera no soy contestatario… (risas).
Nos referíamos al Gobierno central. Recientemente lo ha sido con el déficit y la culpabilización de los nuevos tratamientos contra la hepatitis C, pero también ha ocurrido con algunos copagos, por ejemplo.
Si es que esto es así. La vida es así, y cuando uno tiene que decir las cosas, las tiene que decir. El copago hospitalario fue un ejemplo bien claro. No tenía ningún sentido. Así como dijimos que el cambio en el copago a través de receta vinculado al nivel de renta mejoraba la situación de muchos pacientes que no tenían recursos y aportaba al sistema, el otro no tenía ningún sentido; por lo tanto, nos opusimos y creo que, además, esa oposición, incluso judicial, consiguió que se parara el asunto a nivel nacional. ¿Y el déficit? Pues es evidente. Las comunidades autónomas (CCAA) representamos el 35% del gasto público. Luego, en términos de déficit, deberíamos tener esa capacidad aproximada. ¿Qué ha hecho el Estado? Reservarse una parte mayor y asignarnos mucho menos a las CCAA. Con una diferencia: que el tipo de gasto del Estado y de las CCAA es totalmente distinto. A nosotros nos ocurre como al sistema de Seguridad Social, es un gasto de un control muy difícil y que afecta a cosas muy importantes. El gasto en Defensa, en Fomento… tiene impacto, pero desde luego no es el mismo que el gasto en Sanidad o en Educación. La tercera consideración es que el mismo Gobierno que nos amenaza con las penas del infierno por el déficit es el que aprueba el Plan Nacional de Hepatitis, que me parece bien, e incorpora medicamentos efectivos, que me parece bien. Nosotros aplicamos el plan, tratamos a los pacientes, y eso contribuye a un mayor gasto y al incumplimiento de los objetivos de déficit. Entonces se nos dice una cosa y la contraria, y eso es lo que no podemos permitir.
¿Qué causas objetivas existen para que el hospital de Salamanca encabece la lista de espera quirúrgica en Castilla y León y para que ésta siga creciendo en los últimos trimestres?
Bueno, yo creo que son distintas. Hay una primera que hemos estudiado y tenemos que trabajarla con más intensidad, y es un mayor nivel de indicación y de entradas. Uno de los planteamientos que hemos hecho, y que pone de manifiesto el llamado Programa PERYCLES de reducción de demoras, es hacer un Mapa de Variabilidad. Esto es algo que me preocupa mucho, porque muchas veces parece que afrontar las demoras quirúrgicas y de otro tipo se conseguiría exclusivamente con más actividad y más recursos, y esto no siempre es así. Hay centros que tienen más recursos, e incluso más actividad, y no tienen menos demoras. Lo que queremos es identificar la variabilidad clínica y hacer ese mapa en el que, en un primer análisis, se observa que la derivación a consulta -y lo que eso implica también de pruebas diagnósticas y de intervenciones quirúrgicas- es relativamente elevada en el Área de Salud de Salamanca. Segundo, queremos chequear las indicaciones de manera comparativa. Ver por qué un hospital –en este caso no recuerdo si afecta a alguna especialidad de Salamanca- indica el doble que otro determinadas intervenciones quirúrgicas. Es una de las causas. Otra es que, por razones diversas, la concertación con centros privados no ha sido asumida por una parte de las personas afectadas, no ya por tener que desplazarse fuera de Salamanca, sino incluso a algún centro privado concertado de Salamanca. Es una decisión que toman los pacientes, que con una hernia inguinal prefieren esperar… Es un conjunto de circunstancias. Yo confío mucho en ese Mapa de Variabilidad, porque introduce muchos debates. En vez de hacer un debate generalista sobre si las listas de espera son muy elevadas o muy bajas, que es importante, introducir el de de por qué se deriva más, por qué se indica más, por qué hay más actividad, pero mayores demoras…
¿Pero eso no está sugiriendo que los médicos se exceden un poco en la indicación de intervenciones quirúrgicas?
No. Lo que sí tenemos constatado es que hay más llegada al hospital. Esto ocurre en Salamanca y en otros sitios. En lo que tenemos que profundizar con ese análisis es en hasta dónde llega eso, si obedece -creemos que no- a circunstancias que no tengan que ver con el funcionamiento y la organización. Por salir de Salamanca, esto nos ocurre cuando un equipo de Atención Primaria de León, Valladolid o Burgos deriva mucho más al hospital que el de al lado, con poblaciones de tipología parecida. Hay que estudiarlo. O cuando en un área de salud se deriva mucho más que en otra a Cardiología. En ocasiones es porque hay peor conexión entre el hospital y la Atención Primaria, puede haber criterios de formación, de comodidad… No suele depender de las características de los pacientes, de sus enfermedades, porque, en general, son similares.
Hace unas semanas se presentaba ese Programa PERYCLES, pero sus objetivos están marcados para 2019. ¿Cómo tranquilizamos ahora a los ciudadanos que están en lista de espera para ser intervenidos y que oyen que se va a intentar solucionar, pero a más largo plazo?
Les diría dos cosas. Sobre todo, que aquellos casos que revisten gravedad o importancia clínica se están resolviendo de acuerdo con los criterios que tenemos y con rapidez. Si no recuerdo mal, el 100% de los casos calificados como de Prioridad 1 se intervienen antes de 30 días. Yo creo que eso es un primer elemento de tranquilidad; cuando hablamos globalmente de la lista de espera, no es lo mismo un caso de cáncer de colon que un proceso que, por definición, es de Prioridad 3 y no tiene establecido un tiempo de espera, porque las consecuencias no son relevantes. Pero incluso en los de Prioridad 3, más del 80% de los casos tenían, en el último trimestre, una demora media inferior a 180 días, que para casos leves puede ser asumible. En el caso de Salamanca, a mí me preocupa más la cuantía de pacientes, el número de casos, y eso es lo que tendremos que intentar acometer con más intensidad que en otras áreas de salud. La demora media habrá que reducirla, pero lo que me preocupa es el número de pacientes en lista de espera.
¿Y es posible esa reducción sin mayor inversión?
Entendemos que sí. Además, está cuantificado con los objetivos del hospital en cada año. Internamente, ese control lo hacemos semestralmente, asumiendo, por ejemplo, que si se reducen las suspensiones quirúrgicas en una proporción determinada o se incrementa la utilización de quirófanos, se puede asumir un número determinado de pacientes. Esas son las estimaciones que hemos hecho. Yo entiendo que se puede, que es un objetivo ambicioso, porque supone reducir la lista de espera en un 32%, pero creo que es asumible. Éste es un plan de eficiencia, no de choque y, como tal, lo que se plantea es organizar los recursos que tenemos de otra manera para tener mejores resultados. No excluímos que si añadimos recursos, probablemente consigamos reducir aún más las demoras.
¿Por qué no son públicas las demoras para consultas externas y pruebas diagnósticas?
Bueno, son públicas, aunque no periódicas. En las Cortes nos preguntan recurrentemente y damos contestación. ¿Cuál es el problema? Que no hemos conseguido hacer homogéneo el sistema de información de consultas externas y de pruebas diagnósticas, como sí lo es el de intervenciones quirúrgicas, que puede tener un seguimiento diario. Por ejemplo, periódicamente advertimos a los centros si un paciente de Prioridad 1 está a punto de superar los 30 días, o si tienen cinco casos de ese tipo. Y al día siguiente nos contestan. Curiosamente, en muchas ocasiones nos contestan que en realidad no debía estar, porque la intervención se ha aplazado por razones clínicas. Entonces les decimos: “Pues no le mantenga usted en demora, o con Prioridad 1, hasta que desaparezcan las razones clínicas”. Esto no ocurre con las consultas, porque el registro no tiene las mismas características, y a veces la metodología en los hospitales es distinta. Por ejemplo, en algunos hospitales las Unidades de Diagnóstico Rápido tienen un circuito distinto, y no incorporan sus datos a la lista de espera para consultas. Para unas consultas que hacemos con rapidez, y no las computamos… Es algo que tenemos que depurar y, sobre todo, tenemos que hacer otra cosa: ni en consultas ni en pruebas diagnósticas hemos conseguido, salvo con las Unidades de Diagnóstico Rápido, establecer prioridades. Sigue funcionando una práctica histórica, que venía ya del INSALUD, incluso antes, que es la consulta preferente y la ordinaria, que al final…
Al final no sirve de nada…
Efectivamente, no sirve de mucho. Por eso, ya estamos empezando a trabajar para construir un sistema de prioridades como el de las intervenciones quirúrgicas. La Prioridad 1 serían los casos potencialmente graves, del tipo de los que se atienden ahora en las Unidades de Diagnóstico Rápido, con un circuito asignado de pruebas para dar respuesta en el objetivo que nos hemos planteado: que en 72 horas esté atendida la consulta. Las consultas de Prioridad 2 serían del tipo de las preferentes actuales, y las de Prioridad 3, para otro tipo de casos. Eso es lo que nos dará información, y si lo conseguimos pronto, lo haremos de igual manera que con las listas de espera quirúrgicas.
¿Y para cuándo este sistema?
No me atrevo a poner una fecha sobre la mesa. Pero hay otros temas: ¿tiene que estar en la lista de espera para consulta de especialistas la graduación visual? Estamos conformándolo. En España no existe una información homogénea de pruebas diagnósticas y de consultas de especialistas. Son datos agregados en los que tampoco se tiene muy en cuenta su homogeneidad. Porque si en nuestro sistema de salud son heterogéneos, a nivel nacional mucho más.
Existe el compromiso de que el paciente que pida una cita en el hospital salga con la fecha cerrada, algo que acabaría con las llamadas agendas cerradas, que oficialmente se niegan, pero existen. ¿Ya se está cumpliendo?
En cuanto a las agendas cerradas, las noticias que tengo son que esas prácticas están prohibidas. Creo que en algún caso ese compromiso de fijar las citas tal vez esté contribuyendo a que la programación se dinamice más y, al principio, incremente la lista para consultas, porque el año pasado los pacientes en espera para consultas han aumentado en torno a un 10%. Antes, si a alguien no le daban cita, no estaba en espera. Lo que hemos planteado es que las agendas cerradas no pueden ser; el paciente tiene que tener cita, y si tiene que esperar un poco, deberá saberlo, para criticarlo o asumirlo.
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