Los antibióticos que contienen penicilina y derivados, llamados betalactámicos, son aquellos que se administran a los enfermos de forma más recurrente en el ámbito hospitalario para combatir infecciones. En la actualidad, se considera que entre un 10% y un 15% de los pacientes que los necesitan son alérgicos, por lo que reciben un tratamiento alternativo que puede implicar un aumento del fracaso terapéutico.
“Esta situación supone un incremento del gasto, de las resistencias a antibióticos, de la toxicidad y de los días de ingreso. El punto clave está en que entre el 70% y el 90% de los pacientes ambulatorios y hospitalizados considerados alérgicos a betalactámicos puede que no lo sean y están mal etiquetados como alérgicos a los antibióticos”, explica la doctora María José Torres, jefa del Servicio de Alergología del Hospital Regional de Málaga.
Según se apunta desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), datos de un estudio realizado en el Hospital 12 de Octubre de Madrid pusieron de manifiesto que los antibióticos son responsables de un 60% de todas las reacciones alérgicas registradas en dicho estudio y que, dentro de los antibióticos, más de la mitad fueron debidas a betalactámicos. Después de un diagnóstico alergológico correcto, solo un 15% resultó ser realmente alérgico.
Diagnóstico y etiqueta correcta
Este exceso de personas consideradas alérgicas a la penicilina y sus derivados que posteriormente no se confirman en estudios diferidos es uno de los factores más relevantes en el manejo ineficiente de antibióticos a nivel hospitalario, por la necesidad de emplear otros antibióticos alternativos menos eficaces, seguros y eficientes que los betalactámicos.
Por este motivo, el Comité de Alergia a Medicamentos de la SEAIC pondrá en marcha la campaña Cero pacientes catalogados de alérgicos a antibióticos betalactámicos sin serlo, con el objetivo de concienciar tanto a la Administración como a los profesionales sanitarios y a los pacientes del riesgo que supone estar categorizado erróneamente.
Abordaje multidisciplinar para un diagnóstico correcto
El punto de partida de esta iniciativa es la realización de un protocolo de diagnóstico preciso para todos aquellos pacientes que sean sospechosos de sufrir alergia estos medicamentos. “Es fundamental que en todos los hospitales de referencia haya un alergólogo capaz de realizar este tipo de diagnósticos y que pueda contar con la participación de los servicios de Farmacia, Microbiología e Infecciosas para un abordaje multidisciplinar”, apunta la doctora Torres.
Por otro lado, desde la sociedad científica se explica que el diagnóstico erróneo de la alergia a los antibióticos betalactámicos tiene un gran impacto socioeconómico en el sistema sanitario español, ya que la administración de un antibiótico de segunda elección “contribuye a un aumento del fracaso terapéutico, a la prevalencia de resistencias a antibióticos, a la toxicidad y, por ende, a un incremento de los días de ingreso”.
Traducido a costes, la hospitalización y el tratamiento ambulatorio de un paciente etiquetado como alérgico es 355 euros más caro. Además, si se tienen en cuenta otros gastos indirectos (estancia, ausencia laboral, etcétera), detectar correctamente a los pacientes sensibles a este tipo de medicamentos supondría un ahorro al sistema sanitario de hasta 3.630 euros por paciente, según cálculos de la SEAIC.
“A pesar de que los procedimientos diagnósticos (pruebas cutáneas y pruebas de exposición controlada) son largos y costosos, son, sin duda alguna, coste-efectivos si los comparamos con la alternativa, que es mantener al paciente mal etiquetado como alérgico”, subraya la doctora Esther Moreno, del Hospital Universitario de Salamanca.
Cambio de estrategia
Para los representantes de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, el abordaje proactivo del diagnóstico de alergia a los betalactámicos tiene gran impacto en el sistema sanitario y debe ser una parte fundamental de los programas de optimización de uso de antimicrobianos. Así, en EEUU y Australia se han propuesto diferentes actuaciones en pacientes hospitalizados, como realizar pruebas cutáneas (PC) y análisis de exposición controlada (PEC) con el betalactámico implicado, “que es la mejor práctica clínica y necesita de alergólogos bien entrenados en estas pruebas”, o estratificar los pacientes en niveles de riesgo y administrar cefalosporinas o carbapenémicos en los pacientes con etiqueta de alergia a penicilinas, “una aproximación práctica, pero que no confirma si el paciente es alérgico o no”.
“En Europa, la estrategia va dirigida al diagnóstico del paciente que ha presentado una reacción de forma previa a un ingreso hospitalario, empleando protocolos estandarizados. España es un país de referencia en este tipo de diagnóstico”, destaca la doctora Moreno.
La alternativa a los tratamientos secundarios
En ocasiones, aparecen en la práctica clínica alérgicos a fármacos que no pueden ser tratados de forma correcta con otro producto o una familia alternativa. Para afrontar estas situaciones, se opta por la desensibilización. El tratamiento se basa en la en la administración del agente terapéutico responsable de la alergia, induciendo de forma temporal su tolerancia para poder tratar adecuadamente a quienes, de forma previa, habían mostrado una reacción o hipersensibilidad.
Esta técnica solamente se indica en situaciones clínicas en las que no existe medicación alternativa y/o adecuada o en las que la eficacia del tratamiento antibiótico es muy inferior al betalactámico y pone en riesgo la curación de la infección del paciente.
“Por ello, y para poder poner en marcha protocolos de desensibilización, es imprescindible contar con unidades especiales de Alergología en los hospitales y con profesionales expertos en esta práctica clínica”, subraya la experta.
En este sentido, desde la SEAIC se recuerda que, en los últimos años, los alergólogos han pasado de prohibir los medicamentos a los cuales el paciente era alérgico a conseguir, “en casos de enfermedades graves y con fármacos imprescindibles de primera línea de eficacia, una tolerancia que puede llegar a salvar vidas”.
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