Las hernias inguinales son una de las patologías quirúrgicas no urgentes más frecuentes y, cada año, en el Complejo Asistencial de Salamanca se realizan unas 400 intervenciones para paliar esta dolencia, más habitual en la etapa adulta, a partir de los 45 años.
Con un seguimiento de la evolución de la hernia inguinal se pueden evitar problemas más agudos, como describe el coordinador de la Unidad de Cirugía Endocrina y de Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA), Guzmán Franch-Arcas.
La hernia inguinal se sitúa entre los tres primeros procesos quirúrgicos más frecuentes en el Complejo Asistencial de Salamanca, tras las cataratas y las prótesis de cadera. Esta patología surge por debilidades adquiridas de la pared abdominal, y pueden producirse en el niño, el adolescente, la persona joven y el adulto. Pero la gran mayoría aparecen a partir de los 45 o 50 años, “por la debilidad que va apareciendo en ciertos puntos de la pared abdominal, que es consecuencia del envejecimiento, conjuntamente con otros factores, como pueden ser los esfuerzos físicos que, por el tipo de trabajo, aumentan la presión intraabdominal en puntos donde luego aparecen las hernias”, aclara el coordinador de la Unidad de Cirugía Endocrina y de Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA), Guzmán Franch-Arcas.
Según detalla este especialista, la hernia es la salida del contenido intraabdominal a través de un orificio de la pared abdominal “que no debería de existir” y que queda contenida por la piel. “Esta salida es intermitente y, a veces, cuando la persona se pone en reposo, se coloca para adentro, pero provoca sintomatología, hace que le duela y que sienta molestias”, afirma. Además, puede generar problemas agudos que requieren de una cirugía urgente. En concreto, la hernia puede quedarse estrangulada, “y ese atrapamiento puede producir dos cosas: obstrucción intestinal y, si el riego sanguíneo de ese segmento intestinal que sale se ve comprometido por la comprensión, isquemia, es decir, el infarto de esa zona del intestino, algo muy grave que hay que operar urgentemente”.
De esta manera, la urgencia llega cuando esa hernia se queda ‘atascada’, “que no entra y sale libremente”, y el siguiente paso es que además de quedarse “atascada”, no llegue bien la sangre y esté estrangulada, es decir, que no llega el riego sanguíneo. El doctor Franch-Arcas reconoce que de no operarse rápido en este último caso, “puede obligar hacer una resección de ese segmento del intestino”. Cuando esa hernia queda atrapada el principal síntoma es la oclusión intestinal, “el paciente viene por dolor y vómitos continuos, y lo que hay es una obstrucción y se opera de forma urgente”.
Habitualmente, si es urgente, el paciente se encuentra mal y acude al hospital, “pero ocurre alguna vez que el diagnóstico se retrasa porque puede haber múltiples problemas que lo retrasen, “o la gente no viene, o vienen pero no le ven al hernia”, detalla este cirujano. A veces ocurre en gente muy añosa que no pueden transmitir por su estado de salud su malestar.
Operaciones no urgentes
Pero lo más frecuente son las intervenciones por hernia inguinal no urgentes, que se operan cuando la sintomatología impide hacer la vida cotidiana habitual. “Puedes tener una hernia que no te molesta, pero si has venido a Urgencias porque te dolía mucho, o no puedes hacer la vida habitual, es decir, por ejemplo un señor de 80 años que no puede ir a la huerta por eso, si se le opera”, apunta a modo de ejemplos. Asimismo, cree que cada circunstancia es diferente, pero está claro que una persona que está en periodo laboral activo “y por culpa de la hernia resulta que ve limitada sus posibilidades y tiene que pedirse la baja continuamente, hay que operarlo también”.
En cuanto a los síntomas habituales, “dolor, molestias locales de la propia protrusión y que impide la deambulación normal”, enumera este especialista. La hernia sale y molesta, “y cuando se deja de hacer ejercicio y se estira, la hernia desaparece, pero cuando se pone de pie, otra vez molesta, no se puede hacer esfuerzos, es un círculo vicioso”. Y en general se pueden operar todos los casos, “en pacientes más delicados se pueden emplear técnicas con anestesia local”. Y al igual que se desgastan las articulaciones, “la pared abdominal, los puntos débiles, acaban debilitándose lo suficientemente para que aparezca una hernia”. Y está favorecido por el esfuerzo, “la tos”, la gente con bronquitis crónica, y también influye, la obesidad, “por el aumento de la presión intraabdominal, que se hace más grande”.
Mallas para las hernias inguinales
Respecto a la operación, es necesario actuar sobre el orificio por el que sale la hernia. “Se puede reparar y colocar algún tipo de material protésico encima para ocluirlo y que no vuelva a salir el contenido a través de él”, apunta el cirujano. En la actualidad, el procedimiento estándar es la colocación de una malla “para que no vuelva a salir”, ya que hace que la cicatriz quede integrada dentro del material protésico.
En algunas ocasiones, los especialistas ven hernias de gran tamaño y con una evolución de hasta 20 años. En estos pacientes pueden producirse más complicaciones técnicas, al ser muy voluminosas. “Una hernia que protruye mucho, que va aumentando de tamaño, debería de ser valorada como candidata a la reparación quirúrgica antes de que, con el paso de los años, tenga un mayor tamaño”, explica el Dr. Franch-Arcas. Las hernias más pequeñas y que no producen molestias tienen que ser revisadas, aunque en estos casos “es muy raro que se produzca una estrangulación”, por lo que lo ideal es el seguimiento y la vigilancia.
Los problemas más severos suelen darse en afectados que no han tenido una valoración adecuada o que no han consultado antes sus problema.
Más de una hernia
Como indica el especialista del hospital de Salamanca, el paciente puede tener más de una hernia, porque “hay varios puntos en la anatomía inguinal por los que pueden salir”. Por eso, en la exploración, el médico siempre debe mirar en ambos lados.
Respecto a la recuperación tras la intervención, la mayor parte de los pacientes pueden volver a su casa el mismo día de la cirugía, “ocho o diez horas después de la misma”, o hacer una pernoctación en el hospital, en función de la hora a la que haya sido operado. “Se puede hacer con programación de cirugía mayor ambulatoria en la mayor parte de los casos”, aclara. La duración media del procedimiento suele situarse por debajo los 60 minutos, en función del tamaño de la hernia inguinal.
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