Me preguntan con curiosidad mis compañeros extranjeros del círculo de aprendizaje del que formo parte cómo me siento con la nueva y repentina situación política en la que nos encontramos tras el éxito de la moción de censura del pasado viernes.
Aunque no pude siquiera pensar en compartir mis pensamientos, sensaciones y opiniones, pues las condiciones de ruido ambiental eran excesivas y supondrían una tortura para mis colegas de conversación, su invitación me sirvió para comenzar a reflexionar sobre, efectivamente, cómo me siento.
Desde que comenzó el proceso relámpago, creo que yo también, como los actores del mismo (e intuyo que todo el país), hemos pasado o más bien tenido que pasar por todas las fases de este proceso de cambio también a velocidad de vértigo. Desde mi inicial y total incredulidad / negación de que el movimiento puesto en marcha por la moción supondría el triunfo de ésta hasta el día de hoy, en que se ha anunciado el nuevo Gobierno, proporcionándonos a todos la capacidad de comenzar a vislumbrar qué posibilidades puede haber para el futuro. Ahí lo tienen, prácticamente el proceso completado en un abrir y cerrar de ojos.
Sin todavía saber en totalidad o gran parte muy bien cómo me siento, sí fui muy consciente de dos cosas. La primera, que una vez registrada la moción todo había comenzando a moverse y nadie podía determinar con ningún tipo de certidumbre cómo se desarrollarían los acontecimientos hasta que lo hicieran ni cuál sería el resultado. Control real cero. La segunda, una vez conocidas las intenciones de voto y, por lo tanto, con mayor probabilidad el desenlace, parecía más razonable (con independencia de si uno estaba de acuerdo o no), aceptar la nueva situación y extraer de ella todo lo positivo versus resistir lo que finalmente iba a ser.
Creo que ambos elementos son realmente importantes. El primero, por ser un buen ejemplo de la complejidad que vivimos hoy en día, en el mundo VUCA (volátil, incierto –uncertain-, complejo y ambiguo), complejidad en la que las formas de hacer y nuestras experiencias y éxitos del pasado no necesariamente nos sirven para caminar el futuro, pues aunque existen causa y efecto, no son obvias ni fácilmente perceptibles. Otras capacidades han de emplearse.
El segundo, y creo que en este caso más relevante, porque aquello que más se resiste es lo que más persiste. Cuanto más queremos ignorar lo que está ocurriendo o lo que estamos haciendo o aquello que decidamos hacer desaparecer o suprimir, más presente está y más impacto tiene en las dinámicas en las que nos encontremos. Piensen en ello.
Con acierto o no, decidí después del jueves que lo que ocurriera sería lo que tenía que ocurrir y que de un modo u otro nos traería algo importante que era necesario que emergiera en este momento. Recuerdo haber comentado con alguna colega (además de mi decepción con las trampas al solitario que he visto hacerse día tras día a la mayoría de los políticos –creo que en esta ocasión no salvé a ninguno- ) que ‘pasara lo que pasara, confiaba en que este cambio repentino de rumbo fuera necesario para servir a España y a todos’.
Hasta la fecha, y sin valoraciones políticas, aprecio en el Gobierno hoy tres movimientos que a mi me parecen útiles: hay muchas mujeres que podrán aportar voces, visiones y aspectos diferentes de su percepción del mundo; parece que se apuesta por mantener la solidez de las estructuras del Estado y se establece la clara intención de caminar hacia la absolutamente indispensable transición ecológica (razón por la que Energía dependerá de este ministerio, pues una visión sistémica es indispensable para ello). Eso sí, los números me parecen un poquito elevados, pero de momento, centrémonos en comenzar a caminar.
Vigilantes, siempre. Monitorizar lo que hacen nuestros representantes, cómo y los resultados que obtienen, también. Adoptemos la disposición de poner nuestra atención en lo que funciona, lo útil para conseguir más y mejor de ello, como nos enseña la Indagación Apreciativa, pues esto construye. Reprochar y denostar sin aportar alternativas viables y útiles constituye un gasto de energía que quizá en este momento no nos deberíamos permitir.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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