En las últimas décadas se ha producido una disbiosis, es decir, una microbiota alterada o una pérdida de la biodiversidad de nuestro intestino, lo que, ahora se sabe, está asociado al desarrollo de enfermedades tan prevalentes como la obesidad, la diabetes mellitus, y otras de tipo inmunológico y también del sistema nervioso central.
“Nuestro estilo de vida ha hecho que la microbiota se maltrate por el uso abusivo de antibióticos, la excesiva asepsia y el cambio de alimentación, con mayor abuso de alimentos ricos en grasas”, explica el doctor Francisco Tinahones, jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga y coordinador del área de Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en el marco del 59 Congreso que la sociedad científica está celebrando en el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona desde el pasado día 18 de octubre y hasta el día 20.
En concreto, como moderador de la mesa Microbiota, un órgano escondido dentro de otro órgano, el experto ha apuntado que una microbiota intestinal saludable y equilibrada es fundamental para asegurar una función digestiva adecuada, ayudando a combatir las agresiones de otros microorganismos, manteniendo la integridad de la mucosa intestinal y contribuyendo a la maduración del sistema inmune.
“La microbiota es un mediador que contribuye digiriendo los nutrientes y activando señales que produce el intestino a diferentes órganos. Una función fundamental de estas bacterias es que contribuyen a aislarnos del medio externo para que no entren toxinas en nuestro organismo, haciendo que nuestro intestino sea menos permeable a sustancias tóxicas”. “Esas sustancias tóxicas”, continúa Tinahones, “están relacionadas con enfermedades prevalentes en el siglo XXI, se relacionan con enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes, autoinmunes como la artritis reumatoide, esclerosis múltiple o alergias; y con enfermedades neurocognitivas”.
Microbiota y salud metabólica materno-fetal
Así también se ha pronunciado la doctora Carmen Collado, investigadora en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC), durante su exposición sobre la relevancia de la adecuada colonización microbiana intestinal en la salud infantil y del futuro adulto.
“Durante los primeros meses de vida el proceso de colonización microbiana influye en el desarrollo del sistema inmune al mismo tiempo que desempeña un importante papel en la fisiología intestinal, así como también en el metabolismo. Tenemos datos que señalan que alteraciones en la microbiota desde muy temprana edad podrían contribuir, como un efecto más junto con otros factores, de forma importante en el desarrollo de la obesidad y en otras enfermedades prevalentes”, asegura.
Cada vez existe mayor evidencia científica sobre la relevancia de la microbiota materna como primer inóculo bacteriano para el neonato. Las bacterias que la madre trasfiere a sus hijos tanto a través del parto como durante la lactancia son claves para la adecuada colonización microbiana y el correcto desarrollo y maduración del sistema inmune. Y, al mismo tiempo, existen factores como el tipo de parto, la dieta materna e infantil, uso de antibióticos, así como la genética del individuo que contribuyen de forma decisiva al proceso de colonización intestinal.
“Recientes estudios han mostrado que en paralelo a los cambios fisiológicos, inmunológicos y metabólicos que ocurren durante la gestación, se producen cambios en la composición y diversidad microbiana materna. Sabemos que la obesidad y diabetes afectan a la composición y diversidad bacteriana y, además, existe evidencia científica que muestra que un excesivo peso en la madre antes y durante el embarazo, así como en el niño en las primeras etapas de la vida pueden predisponer al individuo al desarrollo del síndrome metabólico, el cual está caracterizado por obesidad, resistencia a la insulina, hipertensión, etc.”, explica la doctora Collado.
Tratamiento
Respecto al tratamiento para restablecer la microbiota, hay mucha línea experimental y de estudios clínicos como la mezcla de probióticos, prebióticos y simbióticos. Pero lo más significativo, apunta el doctor Tinahones, es un cambio en el estilo de vida. “Un patrón de dieta mediterránea modifica la microbiota de forma saludable”.
La doctora Collado, por su parte, explica que la línea de trabajo de su equipo está centrada en la relación de las bacterias (microbiota) con la salud humana y, en los últimos años, en la relevancia de las bacterias maternas y el papel de la dieta en el binomio materno-infantil. “Estamos estudiando cómo la dieta materna y también la dieta infantil, en especial la lactancia, influye en el desarrollo de la microbiota y en la maduración del sistema inmune, cuyos efectos son muy importantes en la salud de los niños”, concluye.
Combatir la obesidad
Según los últimos estudios puestos también sobre la mesa en este Congreso de la SEEN, la prevalencia estimada de obesidad en España se encuentra alrededor del 22%, siendo algo mayor en varones que en mujeres y más prevalente en las regiones del sur y en Canarias. Pero más preocupantes son aún las cifras en niños, donde la obesidad alcanza al 18% de la población infantil.
Por eso, “el principal reto al que nos enfrentamos es la prevención de la obesidad, especialmente entre la población infantil, puesto que el concepto de alimentación y estilo de vida saludables están muy distorsionados entre la población general. Consumimos un exceso de productos ultraprocesados y alimentos malsanos, que están presentes a diario en nuestra alimentación, tomamos raciones muy grandes y hacemos poco ejercicio. Y esto es lo que estamos transmitiendo como normalidad a nuestros hijos”. Así lo explica la doctora Marta Bueno, especialista en Endocrinología y Nutrición y responsable de la Unidad de Obesidad del Hospital Universitari Arnau de Vilanova de Lleida.
Con una conferencia titulada Cuando la obesidad se nos sube a la cabeza, la experta asegura que se trata de una enfermedad multifactorial, que depende tanto de aspectos relacionados con el propio individuo, como la genética, los hábitos alimentarios, el sedentarismo, los hábitos de sueño, etc.; como de aspectos relacionados con la sociedad, como la amplia disponibilidad de productos densamente calóricos y de bajo valor nutricional, el creciente tamaño de las raciones, o la posibilidad de hacer las actividades diarias cada vez con menos esfuerzo físico (medios de transporte, electrodomésticos, etc.).
“La genética influye, pero probablemente menos de lo que se cree a nivel popular. Lo que sucede es que la familia que comparte genes también comparte comidas y hábitos que probablemente tienen mucha mayor influencia sobre el peso que los genes en sí”, asegura.
Asimismo, esta experta explica que “el cuerpo humano está diseñado para ahorrar energía y mantener las reservas energéticas, de modo que cuando se pierde peso se activan una serie de mecanismos para revertir la situación. Esto hace que la pérdida de peso se estanque y favorece también la reganancia ponderal o de peso”.
Base de la diabetes tipo 2
La acumulación excesiva de grasa en el tejido adiposo visceral (el que rodea las vísceras en el abdomen) favorece la aparición de patologías asociadas a la obesidad, como la hipertensión arterial, la dislipidemia, la enfermedad cardiovascular, la artrosis y en especial la diabetes mellitus tipo 2. No obstante, también se asocia con otras patologías cuya relación con la obesidad es menos conocida a nivel de la población general, como el cáncer o la infertilidad. “Las consecuencias no son solo físicas, puesto que las personas con obesidad sufren también situaciones de discriminación a nivel social”.
En relación con los pacientes que sufren obesidad y diabetes tipo 2, la doctora Belén Peral afirma que un aspecto a tener en cuenta en el abordaje de estos pacientes es “la necesidad de diseñar terapias adaptadas al género para conseguir mejores resultados en el tratamiento de la diabetes tipo 2”: “Estudios recientes de nuestro laboratorio han concluido que hay patrones de expresión diferencial en diversas rutas metabólicas entre hombres y mujeres, por ejemplo la respuesta anti-oxidante a para hacer frente al estrés oxidativo asociado a estas patologías, y en la respuesta inmune. Incluso la morfología del tejido adiposo visceral es diferente entre hombres y mujeres”.
Según estos estudios, publicados recientemente, las mujeres obesas, comparadas con los hombres obesos, muestran un empeoramiento del fenotipo obeso una vez que aparece la diabetes tipo 2, debido principalmente a un aumento en el estado pro-inflamatorio y a la hipertrofia de los adipocitos, que es mucho mayor en mujeres que en hombres.
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